"En los barrios de nuestro país, las personas recurren a productos más económicos tratando de cubrir las necesidades de ocio y diversión"
Santo Domingo, República Dominicana, 17 de abril de 2020
En este confinamiento se ha visto como muchas personas han mudado los bares a sus casas para manejar la ansiedad y el estrés que les produce estar encerrados, (sin necesariamente tener un diagnóstico de alcoholismo).
Recordemos que para muchos es una práctica común celebrar las emociones positivas con alcohol, pero también lo es, consumirlo para apaciguar las tensiones y los problemas. Este panorama es aún más complicado en los barrios de nuestro país, donde, las personas recurren a productos más económicos tratando de cubrir las necesidades de ocio y diversión.
En estos tiempos cuando una enfermedad (Covid-19) azota la salud de nuestro país, se nos suma una nueva situación que, lamentablemente ha llevado al fallecimiento de un número importante de personas. Estas muertes han ocurrido debido a una conocida bebida rural y sin registro sanitario, que se consume desde hace mucho tiempo en nuestro país y el vecino Haití. Estamos hablando del clerén, muy familiar para los dominicanos, principalmente en los estratos más humildes.
El Clerén
Revisemos rápidamente algunos datos sobre el famoso y funesto clerén.
Esta bebida doméstica, rural, sin ningún tipo de regulación sanitaria, se produce en Haití y pueblos fronterizos en República Dominicana. Es elaborada a partir de la caña de azúcar y otros aditivos como el alcohol metílico que se consigue fermentando la madera, además, en muchas ocasiones se le agrega Thinner (que también contiene metanol) u otras sustancias, haciéndolo aún más peligroso para el consumo humano.
Un gran atractivo que posee el clerén es que es significativamente más barato que una bebida regulada y se puede comprar a granel, convirtiéndolo en una carnada para personas de escasos recursos. La forma de consumo más frecuente es la oral, pero también puede llegar a nuestro organismo por absorción de la piel y los ojos o la inhalación de su vapor.
¿Qué es el metanol?
También conocido como alcohol de madera o alcohol metílico es un líquido incoloro e inflamable que se produce por la fermentación de la madera y es sumamente toxico, ya que a diferencia del etanol (alcohol que se encuentra en las bebidas reguladas) con cantidades bajas se consigue un daño mucho mayor.
Para dar una idea de lo que esto significa, el metanol se puede encontrar en disolventes, barnices, anticongelantes para vehículos (coolant) y también puede ser usado como combustible; incluso, en la antigüedad se utilizó en los procesos de embalsamamiento.
El metanol se metaboliza en el hígado y los derivados de dicho proceso generan depresión del sistema nervioso central, esto significa que disminuye todas las capacidades asociadas a él, no solamente las funciones mentales superiores, sino también las vitales como la función pulmonar, cardíaca, hepática, entre otras.
¿Cuáles son los síntomas de la intoxicación del metanol?
En pequeñas concentraciones, puede causar dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos y confusión. A dosis más altas, también puede causar pérdida de la visión temporal o ceguera por daño al nervio óptico, además, genera lesiones en el hígado, puede llevar al coma y, como hemos visto, puede producir la muerte. La posibilidad de sobrevivir a una intoxicación depende de la cantidad de la sustancia ingerida y de la prontitud con que se trate al paciente.
Para que tengamos un ejemplo de lo tóxico que es, 30 mililitros pueden ser mortales para un niño, mientras que para un adulto se estima que 2 a 8 onzas son suficientes para provocar la muerte.
¿Se está consumiendo más alcohol durante la cuarentena?
Aunque no tenemos estadísticas en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas durante la cuarentena en el país; si consideramos la tendencia mundial, observaremos que ha habido un aumento en Estados Unidos, México, Rusia y Francia, entre otros y probablemente República Dominicana no sea ajena a esta realidad.
Un dato interesante es que la Organización Mundial de la Salud informó que el alcohol no sirve para prevenir el Covid-19, como lo sugerían algunas informaciones erróneas que circularon, las cuales se asociaron con una serie de muertes en Irán; así mismo exhorto a los gobiernos a tomar medidas más fuertes para regular el consumo.
Este aumento del consumo tiene serios efectos a nivel individual y social. Por una parte, lleva a un incremento de las recaídas en pacientes con trastornos por consumo de alcohol, más aún si han tenido que parar su tratamiento debido a la situación y el pronóstico empeora si la persona vive sola.
Un dato importante, es que, quienes consumen otras drogas, pueden utilizar el alcohol como un sustituto para palear los síntomas de abstinencia, debido a la dificultad de conseguir la sustancia que normalmente se suministran.
Por otra parte, este incremento en el consumo de alcohol puede derivar en mayores problemas de salud, familiares, incrementar los accidentes domésticos, aumentar la violencia intrafamiliar y llevar a las personas a incurrir en conductas de riesgo, volviéndose un bucle sumamente dañino y peligroso.
¿Por qué ocurre esto?
El confinamiento lleva a las personas a hacer compras bunker o de refugio, dentro de las que, para nadie es un secreto, el alcohol es uno de los productos en la lista. Esto ocurre no solo por un tema cultural en muchos países (como el nuestro, que es el séptimo en mayor consumo per cápita de América Latina), sino también, debido a los altos niveles de ansiedad y tristeza que se disparan en la población debido a la cuarentena y sus consecuencias: el aislamiento en sí mismo, la adaptación a la nueva rutina, tensión en las relaciones familiares, condiciones poco favorables a nivel económico y laborales, miedo frente a la posibilidad de contagiarse o de que personas queridas enfermen.
El experimentar estas emociones lleva a que las personas busquen un refugio en el alcohol como muleta para continuar a pesar las circunstancias, esto inicia un espiral peligroso con consecuencias mentales y físicas, incluyendo el debilitamiento del sistema inmune para hacer frente al coronavirus u otras patologías que se siguen presentando con la misma regularidad que antes de la pandemia, pero con el agravante de que surgen en un momento donde el sistema de salud se encuentra desbordado.
Si a eso le sumamos que el alcohol que consumen algunas personas de estratos sociales humildes es de calidad cuestionable el panorama es mucho más nefasto.
Lamentablemente, a nivel cognitivo, las personas de estratos sociales bajos se encuentran más desfavorecidos, ya que: su alimentación tiende a ser deficitaria o con alto contenido de carbohidratos; su nivel de escolaridad es menor en comparación con las clases sociales más altas y; su estimulación es precaria, pues, en general, tienen menos opciones para realizar actividades de recreación más sanas que las personas con mayores ingresos.
Por todo esto, se encuentran inmersos en un sistema en el que, la comprensión sobre lo que ocurre es más pobre, como lo evidencia el alto índice de arrestos por infringir el toque de queda actual y el poco distanciamiento social a la hora de hacer una fila.
Si en condiciones normales el entorno es menos estimulante para esta población, imaginen como es ahora frente al confinamiento. La necesidad de socialización y recreación promueven conductas como el consumo de este tipo de bebidas adulteradas y con ello, no solo rompen la norma de distanciamiento social (tan necesaria en este momento), sino que ponen en riesgo su salud.
Lo más lamentable de la situación es que ya ha ocurrido antes y parece que no hemos aprendido suficiente al respecto. Además, ahora frente a una emergencia mundial, me temo que esta desgracia se diluirá poco a poco en el tiempo y cuando las aguas se calmen, nos volveremos a encontrar con otra ola de fallecimientos por esta causa (aunque espero equivocarme).
Es por este motivo que, como psiquiatra especialista en adicciones, me siento en el deber de hablar sobre el tema. Creo que es importante orientar y educar a la población sobre la problemática que implica el consumo de estas bebidas ilegales y así prevenir que los más jóvenes copien este modelo, porque, aunque no sean conscientes de ello, están consiguiendo la muerte disfrazada de diversión.
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