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  • Foto del escritorDr. Víctor Luis Figueroa Alvarado

Adaptarnos a la nueva realidad laboral

Actualizado: 7 ene 2021

Ahora tal vez sea el momento de ser aún más amable con los demás


María Alejandra Correa Oliveira


Psicólogo Clínico

Neuropsicólogo Clínico

Psicoterapeuta.


Psi.alejandracorrea@gmail.com

@psi.alejandracorrea


Víctor Luis Figueroa Alvarado

Médico Psiquiatra

Máster en Adicciones







La pandemia ha generado muchos cambios en la forma en que vemos el mundo, pues ya no pensamos que sea tan seguro y casi todos tenemos temor respecto, por ejemplo, al uso de las mascarillas.



El reingreso laboral genera emociones e ideas divididas, significa la vuelta a la rutina y asegura la estabilidad económica, pero también nos enfrenta con el riesgo de contagio y de la nueva normalidad (tan poco normal).


Según el oficio, estaremos más o menos habituados a la pandemia, los médicos, enfermeros, bioanalistas, delivery, cajeros de supermercados y policías, entre otros, han tenido que lidiar con esto desde hace ya varios meses; pero el resto de población ha estado en casa, sin palpar mucho la realidad con sus propias manos y han estado llenando sus mentes con grandes cantidades de información que, en ocasiones ha sido hasta contradictoria: ¿nos lavamos las manos con jabón de cuaba (glicerina)?, ¿es mejor el alcohol o el cloro?, ¿el tapabocas o el escudo facial?, ¿los guante son buenos o son un vehículo de contaminación?, ¿tomo acetaminofén o mejor no? ¿este síntoma será de covid-19 o de otra enfermedad?


El problema con esto, es que debemos tener paciencia, porque cada vez se conoce más sobre la enfermedad, pero el tener mayor información científica solo nos abre un abanico de nuevas interrogantes.



Sin embargo, frente a esta circunstancia y pesé a varios pronósticos desalentadores, hay que mover la economía mundial y eso solo lo logrará el brazo productivo de las sociedades.


Entonces, como podemos enfrentar el estrés al que estamos sometidos:



Desde las neurociencias y el cognitivismo hay varias cosas que podrían servirnos. La primera es comprender nuestro propio estado emocional, ser consciente de nuestros pensamientos y sensaciones corporales, no hay que ser siempre fuertes, hay días buenos y otros no tanto, pero claro, si esto sale de control no dudes en buscar ayuda profesional.


Si te duele la cabeza y sientes que la presión te sube, probablemente estés experimentando estrés. Si al hablar con alguien de pronto él o tú aprietan la cara y cierran los brazos, seguramente es porque hay un rechazo sobre lo que se dice y lo mejor es apartarse. Si comenzamos a sentir un subidón que llega a las orejas, posiblemente estamos molestos con algo de lo que ocurre, lo más adecuado es analizar que nos incomoda e intentar resolverlo.


También es útil seguir el hilo de reacciones, esto quiere decir, analizar aquello que ocurre justo antes de que tengas el impulso de insultar al otro, que ocurre justo antes de esto y antes de esto, así podrás cortar la reacción que estas casi por experimentar.


Practica la consciencia corporal. Aunque te invitamos a que averigües más sobre el tema, en sentido general, consiste en hacer el ejercicio de revisar donde está cada parte de tu cuerpo, si siente dolor, está incómodo o tienes una postura inadecuada, la idea es que te hagas cada vez más preciso en descubrir cuando algo anda mal con tus sensaciones físicas y no esperar a que ya te genere un problema. También es importante que estés atento a tus necesidades fisiológicas: hambre, sed, ganas de ir al baño, pues esto, no solo preservara tu buen estado físico, sino tu estado mental.

Por otra parte, recuerda que no solo tú estás sometido a estrés, porque esta no es una situación particular, así que trata a los otros como te gustaría ser tratado y comprende que los demás se sienten tan abrumados (o más) que tú.


Comienza a ser consciente de las reacciones de los otros y comprende que, probablemente no es nada personal si un compañero reacciona de forma inapropiada frente a alguna situación.


Se portador de calma, evita hablar en demasía sobre lo que ocurre a nivel de la pandemia en el trabajo, hay espacio para ello, pero debemos poner límites y no dejar que la Covid-19 invada todos los aspectos de nuestra vida. Una sonrisa nunca está de más, así como calmar a otro si se siente abrumado.




Reserva espacios libres de Covid-19, mantén una alimentación sana y haz ejercicios, baja a tu mascota y conversa con un vecino desde la ventana o en la calle (respetando las normas de bioseguridad). Convierte tu habitación en un cine y haz comidas diferentes el fin de semana; baila, canta, lee, o descansa en tus momentos de ocio.


Haz tu cotidianidad tan cómoda como puedas, procura una mascarilla que se sea confortable y si vas a usar un escudo facial, consigue una que no te apriete la cabeza, pues eso sin duda te tendrá de mal humor.


Se vehículo del cambio y no del reproche, si encuentras a una persona que no está siguiendo las estrategias de bioseguridad, no le reclames, explícale amablemente lo que debe hacer, pues la adaptación es difícil para todos.


Si tienes que trabajar con público, es importante que se cumplan las medidas de distancia, esto los protege a ambos.


Considera que ahora tal vez sea el momento de ser aún más amable con los demás, ya que las situaciones que vivimos hacen que todos estemos de mecha corta y puede llevarnos a tener discusiones innecesarias.


No cometas conductas racistas, puedes tener el impulso de oponer rechazo a una persona que sea asiática, pero recuerda que el hecho de que la pandemia empezara en China no significa que todos los asiaticos (ni siquiera los chinos) son culpables y piensa con lógica, ¿cuál es la probabilidad de que un compañero extranjero tenga más posibilidades de enfermarse que tú, si viven en la misma ciudad?



No olvides que tus miedos y pensamientos se parecen a los de la mayoría de la población, así que la clave del éxito, para no aumentar el estrés cuando inicies de nueva la cotidianidad, es reconocer tus propias emociones y pensamientos, así como la de los que te rodean. Los gestos faciales, las posturas corporales, el tono de la voz y las palabras utilizadas son excelentes signos de cómo se encuentra la persona con la que interaccionas.

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